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Tus rituales no funcionan. Tus metas sí.

Por años, he hecho rituales para empezar el año.


Y no me refiero solo al “año nuevo” con abrazos, uvas y propósitos compartidos entre burbujas y fuegos artificiales.


También me refiero a mi año nuevo:


Mi cumpleaños.


Esa fecha que siento como punto de partida.


Como reinicio personal.


Como ese “todo empieza otra vez” que marca el calendario de adentro, no el de afuera.


Y cada vez que llegaba uno de esos momentos, me lo tomaba en serio.


Escribía.


Reflexionaba.


Diseñaba rituales.


Encendía velas.


Hacía listas.


Me prometía cambios.


Y aunque todo eso se sentía importante…


algo faltaba.


Porque, con toda esa intención, había un problema que se repetía año con año:


Lo que me proponía no pasaba.


Tenía propósitos.


Tenía deseos.


Tenía una lista clara de “esto sí lo voy a lograr”.


Pero no tenía una forma real de hacerlo suceder.


Y fue ahí donde algo cambió.


Me cansé de la ceremonia sin resultado.


Me harté de la intención sin seguimiento.


Y decidí hacer algo distinto:


Dejé de hacer propósitos. Y empecé a construir metas.


Pero no cualquier tipo de metas.


→ Metas claras


→ Construibles


→ Medibles


→ Revisables


→ Que no dependieran de “estar inspirado”, sino de tener estructura

Y más importante aún:


Metas que sí se construyen.


Hace unas semanas di una masterclass justo sobre esto.


Sobre cómo pasar de rituales bonitos…


a sistemas reales.


De buenos deseos…


a planes ejecutables.


Y si no pudiste estar, te la comparto hoy.


Porque no es tarde.


Porque no necesitas un nuevo año o un cumpleaños para empezar.


Solo necesitas una decisión clara.


Y si la tomas hoy,


quizá este sí sea el año en que lo que te propongas… suceda.


Lecu

Dédalo México® 2023

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