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Todo esta maliendo sal... ¿Ves?


¿Seguro que el título dice "Todo está saliendo mal"?

¿Y si lo vuelves a leer?


Queridxs lectores, se siento muy bonito regresar a escribir una entrada en este chulo blog. Espero que hayan extrañado tanto mis entradas, como yo extrañé escribirlas.


Últimamente, me he encontrado en una especie de "estancamiento" dentro de muchas áreas de mi vida. ¿La razón? caí en la monotonía de la rutina, afirmando que el sueño está sobrevalorado y, por supuesto, creyéndome superwoman.


Lo que empezó como "la disciplina y el esfuerzo" que estaba teniendo con las cosas cayó en un proceso dónde mi salud empezó a cobrar factura.


Y eso no fue todo. De esa mentalidad positiva y disciplinada, caí en una mentalidad en dónde sabía que no estaba haciendo lo que tenía que hacer, pero hacía tantas cosas que el cansansio me consumía. Hasta que llegó el punto en el que: todo me estaba saliendo mal. (o al menos así lo veía).


Sin hacer el cuento más largo, al poco rato me di cuenta de que realmente era cuestión de perspectiva, pues me estaba enfocando únicamente en lo negativo, creía fielmente que el universo estaba conspirando en contra mía a pesar de "estar dando todo de mí".


Estoy segura que así como me pasó a mí. En algún punto de tu vida, te cayó el 20 sobre que, realmente era una cuestión de perspectiva lo que esta pasando. Por eso hoy te dejo 3 consejos que me ayudaron a cambiar mi punto de vista:


Elimina las palabras negativas


A toda costa hay que evitar estas palabras. Son como un pequeño tick que nos está molestando todo el día y nos impide enfocarnos correctamente a las cosas. Además, a lo largo de la historia se ha demostrado que las palabras influyen muchísimo en los resultados.


Un claro ejemplo de ello, es una historia que hace un tiempo nos contó un profesor en un taller de excelencia. Decía algo así:


"En una de las mejores universidades de EE.UU., aplicó un chico que era conocido por tener el mejor desempeño académico. Al hacer el examen de aplicación y recibir los resultados, decían algo así cómo: Felicidades, fuiste admitido a la universidad con un puntaje de 7A.


Resulta y resalta que ese porcentaje era el más alto en la clasificación del examen. Sin embargo, en la mente del chavo había sido un: Demonios, saqué 7 en el examen. Debo de ser pésimo.


Así pues, inició su carrera y todos los días se repetía esas palabras. Que era malo, que no sabía nada, que era pésimo para el estudio. Inevitablemente, durante el primer semestre de carrera, reprobó casi todas las materias, no podía acertar a ninguna pregunta de los profesores, sus tareas siempre estaban mal... Y, junto con ello, vino una junta con el asesor o mentor de él.


En esa junta, preocupado, el tutor le pregunta que qué estaba pasando. Si tenía algún problema familiar, algo que le estuviera evitando dar todo su potencial.


A lo que el chavo contestó: ¿Es que no lo ves? Soy un pésimo alumno, saqué 7 en el examen de admisión, está claro que no puedo con el nivel de esta universidad.


Impresionado y confuso, el tutor responde:


Pero, ¿De qué hablas?. Creo que tienes una gran confusión. Esa no es la calificación que sacaste, sino el estandar de los resultados del examen, el nivel 7A e sel nivel más alto de puntaje que tenemos. Aprobaste y como nadie el examen. Fue excepcional.


¿Te imaginas lo que sucedió después de esa reunión? Curiosamente, el chavo cambió todo su lenguaje. Empezó por omitir los no de sus frases. Repetirse todos los días que era el alumno más destacado de la universidad.


Y al final de su carrera, se graduó con honores por ser uno de los alumnos con mejor promedio de toda su carrera."


Con esta historia, algo es claro: Las palabras juegan un papel vital en nuestros resultados. CUIDADO con ellas.


Corta un lado de la caja


Seguro han escuchado que siempre hay que pensar fuera de la caja. Pero, cuando uno esta dentro de una rutina por tanto tiempo, es un tanto... difícil pensar fuera de la caja.


Una solución que encontré para no encerrarme en lo que yo veía, vivía y sentía, fue cortar un lado de la caja. ¿Cómo? Muy fácil. Me aseguré de tres cosas:

  1. Hablar con mi gente lo que me pasaba.

  2. Escuchar sus opiniones sobre el tema.

  3. Retroalimentar como si lo que estoy contando, lo estuviera escuchando de alguien más.

Tener el apoyo de tu gente, es escencial para tener un cambio de perspectiva y que no nos dé dislexia a la hora de leer (o actuar)... cómo con el título ¿Cierto?


Manten tu cuerpo en movimiento


Por último, te quiero compartir que ese cambio de perspectiva, viene acompañado de mantener fluyendo a tu cuerpo con las situaciones. Y no, no me refiero a que dejes que la corriente te lleve por toda la calle (si entendiste el chiste, tú muy bien).


Asegurate de que, dentro de la rutina pesada, el calendario lleno y las juntas interminables, puedas salir a mover un poco el cuerpo. Ya sea haciendo ejercicio durante 1 hora, salir a caminar, o por lo menos darte 5 minutos de estirar el cuerpo con posiciones poderosas para poder alinear todo lo que se tenga que alinear (te prometo que cambiará todo).


Todo está maliendo sal es una de las pequeñas fracciones de oraciones que simbolizan cuando empezamos a perder esa perspectiva y sólo nos ahogamos en nuestro mismo vaso. Hay que recordar que, si bien muchas veces no controlamos lo que nos está pasando, sí controlamos cómo reaccionamos ante ello.


Entonces, a partir de ahora, hazte una promesa:


Tu mayor aliado eres tú.

Prométete jugar a tu favor, con estos 3 tips, siempre.


Espero verles muy pronto en otra entrada.

 

Por: Alejandra Mendívil Garza

Editora líder del blog y coordinadora de Dédalo Youth México. Estudiante de Ingeniería Industrial para la Dirección de la Universidad Anáhuac, Campus Puebla. Creo en una sociedad más humana y mejor preparada. Interesada en la optimización de procesos públicos, educativos y proyectos en pro al medio ambiente. Amante de los viajes, las sonrisas y de zoom.

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