¿No sabes a dónde vas? Ya llegaste.
- 12 may
- 2 Min. de lectura
Hoy te quiero contar una historia.
No es mía (aunque ojalá lo fuera).
Es de Alicia.
Sí, la del país de las maravillas.
Hay una escena donde Alicia se encuentra al Gato,
y le pregunta:
“¿Qué camino debo tomar?”
El Gato le contesta con una pregunta:
“¿A dónde quieres ir?”
Alicia dice que no sabe.
Y entonces, el Gato le suelta una frase que debería estar colgada en la entrada de todos los lunes:
“Entonces da igual el camino que tomes.”
Esa respuesta me sigue pareciendo brutal.
Casi grosera.
Pero sobre todo… verdadera.
Si no sabes a dónde vas,
¿por qué esperas que lo que estás haciendo te emocione?
¿Por qué crees que vas a avanzar?
¿A dónde, exactamente?
Hay otra frase que me encanta, menos conocida pero igual de filosa:
“Aquel que no sabe a dónde va… que ni se preocupe. Ya llegó.”
Auch.
Lo escribo hoy porque sé que muchos arrancan la semana así:
con energía, sí.
Con disciplina, también.
Pero sin dirección.
Y déjame decirte algo:
la claridad no es opcional.
No es un lujo.
No es solo para los que tienen tiempo libre para sentarse a escribir en su journal.
Es una necesidad.
Porque cuando no sabes a dónde vas,
todo esfuerzo se vuelve improvisación.
Y todo cansancio se siente doble.
¿Y qué pasa si sabes a dónde vas… pero crees que estás tomando el camino equivocado?
Te tengo buenas noticias:
Eso también es claridad.
Porque cuando sabes que no es por ahí,
también sabes que puedes corregir.
Puedes girar.
Puedes cambiar de dirección sin perder la intención.
Saber a dónde vas no siempre significa estar yendo bien.
Pero sí significa que estás despierto.
Y cuando estás despierto,
la vida no se siente como una serie de tareas automáticas.
Se siente como una historia que estás escribiendo.
Con intención.
Con rumbo.
Con sentido.
Por eso, para mí, los lunes son emocionantes.
Porque me recuerdan hacia dónde quiero ir.
Me conectan con mi brújula.
(Aunque, si te soy sincero, los martes no me encantan… pero esa es otra historia.
Luego te la cuento).
Hoy solo quiero dejarte esto:
Haz ejercicios de claridad.
Hay cientos.
Lo importante no es cuál hagas.
Lo importante es que sí los hagas.
Y si no sabes por dónde empezar,
escríbeme.
Con gusto te comparto algunos.
Pero hazlo.
Porque cuando sabes a dónde vas,
el camino deja de ser confuso.
Y se vuelve emocionante.
Incluso si vas por el lugar equivocado.
Porque al menos… sabes que puedes girar.
Y eso, en un mundo que vive en piloto automático,
ya es una forma de libertad.
Lecu
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