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Disfruta tu tiempo libre (de verdad) Parte 1.

Muchos de nosotros llevamos poco tiempo de haber terminado vacaciones navideñas y de año nuevo. En ellas aproveché para invertir tiempo en algo que me parece de de vital importancia, y no solamente para mi, si no para absolutamente todos: Descansar.


No fue fácil fácil tomarme ese mes de descanso y vacación, como tampoco lo fue el primer mes de pandemia que lo tome para exactamente lo mismo: descansar y disfrutar.

No fue fácil por muchas razones, desde poder avisarles a mis clientes, a mi equipo, y tener que avanzar trabajo para poder tomarme ese tiempo para mí.


Durante estas semanas, me permití reconectar con gente que hace tiempo tenía alejada, disfrutar a la familia (incluyendo el nacimiento de mi sobrino), salir con amigos, empezar hobbies, tradiciones nuevas, y tomarme un tiempo para descansar mi cabeza y cuerpo, ya que justo veníamos de correr un maratón.


Me he dado cuenta que no estamos acostumbrados a darnos un tiempo, un verdadero respiro. Al vivir en la era de la inmediatez, a veces el poner pausa, y dejar de dar resultados tan inmediatos nos hace sentir presionados, llenos de ansiedad o que estamos desperdiciando el tiempo o incluso la vida. Vivimos en modo trabaja-duro-nunca-pares y casi nunca nos atrevemos a prender nuestro propio “modo avión”. Es casi como si estuviéramos entrenados para sentir culpa por disfrutar de nuestra vida.

Así que este mes que me di... estuve practicando.


Practiqué disfrutar plenamente este espacio, a un ritmo más lento, sin tanta prisa, ni presiones. No solamente cuando puedo salir de la ciudad y tomar unas vacaciones. Aprender a disfrutar esos momentos en mi soledad donde simplemente decidí no trabajar, no ser productivo, no ser creador. Los momentos como los fines de semana, mis tardes, noches, días con la familia o mis amigos. Quería tener una nueva experiencia de estos momentos, realmente apreciarlos y disfrutarlos.


Suena a que debería ser fácil, pero no siempre es así. –sobretodo para aquellos, que como yo, desde muy temprana edad, nos volvimos adictos a la sensación de las victorias, logros y éxitos, grandes o pequeñas–


A continuación, te quiero compartir un poco de lo que he aprendido en esta practica.

1. Ten limites claros.

Muchas veces, nuestra vida laboral llega hasta nuestra vida personal (como el 99% de las veces en mi caso), revisamos nuestros correos o mensajes en reuniones familiares, o estamos atendiendo llamas mientras salimos con amigos. No es que este mal... pero si nos aleja de poder disfrutar el rato. Por lo tanto, poner tus limites podría beneficiarte, dejar de trabajar a cierta hora, desconectarte totalmente los fines de semana o tener muy claras tus fechas de vacaciones. Esto no significa que en esos momentos ya no puedas hacer absolutamente nada de trabajo, pero ahora lo harás de manera intencional y consciente.


2. Toma decisiones conscientes.


Muchas veces hacemos cosas a la mitad, rara vez nos comprometemos al 100% con algo, logrando que constantemente sintamos culpa, porque creemos que deberíamos estar empleando ese tiempo en algo diferente, o en algo más productivo. Este mes aprendí a enfocarme totalmente en descansar, al 100%, me di ese permiso, esa licencia creativa a mi mismo. No siempre lo logré, pero estuve practicando. Intenta dejar ir, elegir descansar y librarte de la culpa.


3. Ve más despacio.


Pasamos la vida corriendo, brincando de una tarea o pendiente a otro, de un mensaje al siguiente, prácticamente sin respirar. ¿Cómo sería poder bajar un poco el ritmo? Al menos, en nuestros descanso o tiempos libres. De igual forma podemos traer esta mentalidad y este ritmo, a nuestro espacio de trabajo. Pero eso lo hablaré en algún otro texto.


Así que... desacelera, relájate, y empieza a dar espacios para que puedas respirar.



4. Disfruta el presente.


Cuando no estamos “haciendo nada”, nuestro cerebro se ha programado para empezar a pensar en todas las cosas que no estamos haciendo, y eso provoca que casi no tengamos espacios libres, porque en todo momento nuestro cerebro nos recuerda lo que no está hecho y tienes que hacer.


Lo que me ayuda a regresar a mi cerebro a este momento, es pensar en los detalles: cómo se ve la luz, la forma de los árboles o nubes, como se ve la tela de mi ropa, cómo se siente el aire, como percibe mi cuerpo la temperatura, y como se siente mi respiración o mi cuerpo. Dentro más lo hago, más puedo disfrutar ese momento en el que estoy.


Debo de admitir que esto me ha costado mucho más trabajo del que puedo expresar en palabras. No siempre la pase bien, y mucho menos estuve feliz o radiante durante todo el mes, tuve mis momentos de desesperación, hartazgo y aburrimiento. Pero estuve practicando –y entrenando– todo lo mencionado anteriormente, y ha sido una experiencia maravillosa.


Te invito, que como yo, lo vivas durante un tiempo.


Y, cuando lo hagas, ¡Me encantaría leer tus aprendizajes!

 

Por: Lecu (o Santiago Lecumberri)

Líder fundador y maestro Jedi de Dédalo, más idealista que emprendedor, Licenciado en Psicología, Maestro en Desarrollo Empresarial, Educación y Psicoterapia Familiar, nunca deja de estudiar, a menos que sea para jugar -juega mucho-, experto en mazapanes y nieve de limón, ganó en preescolar como el mejor artista del salon Kinder 2 Rojo.

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