Cuando llega el burnout: por qué se multiplica y cómo prevenir el desgaste emocional
- Santiago Lecumberri
- 8 jul
- 2 Min. de lectura
El burnout no avisa. Y peor: no viene solo.
Llega como esa amistad indeseable que, una vez que aparece, trae consigo a sus dos mejores cómplices.
Y si no te das cuenta a tiempo, te hacen un nudo del que es muy difícil salir.
A veces pensamos que el burnout solo le pasa a quien trabaja en exceso o tiene un jefe que odia.
Pero no.
El burnout es más silencioso. Más traicionero. Y mucho más común de lo que parece.
Se mete donde hay desorden interno, donde no hay claridad, donde no sabemos poner pausas ni límites.
Y según lo que he visto, vivido y trabajado, existen tres tipos de burnout que hay que aprender a identificar:
1. Burnout por sobreesfuerzo
El de siempre. El que conoces. El que viene cuando te exiges más de lo que puedes sostener.
Cuando llenas tu agenda hasta reventar, cuando tu día no tiene aire, cuando te duermes pensando en pendientes y te despiertas corriendo.
Tu cuerpo está presente, pero tu energía ya se fue hace semanas.
2. Burnout por agotamiento acumulado
Este es más peligroso porque se disfraza de funcionalidad.
Sigues “cumpliendo”, pero estás vacío.
No es que trabajes tanto… es que no descansas nada.
No hablo de breaks de 15 minutos ni de cerrar los ojos cinco segundos. Hablo de descansos reales. Pausas profundas. Espacios para recargar.
Y si no los tienes, lo vas a pagar. No con culpa, sino con desgaste.
3. Burnout por desalineación
Este es el más silencioso. Y, para mí, el más duro.
Es el que llega cuando llevas años empujando algo que no te representa.
Cuando todo tu esfuerzo está puesto en algo que no te emociona, no te inspira, no te conecta.
Estás haciendo bien las cosas… pero no son tus cosas.
Y eso te va consumiendo poco a poco, aunque no se note desde fuera.
Y el problema es que, cuando llega uno… los otros dos se sienten con pase libre
Estás sobrecargado, no descansas, y además ni siquiera sabes por qué haces lo que haces.
Eso es una receta para el colapso.
Y por eso es tan urgente -y tan necesario- tener procesos, sistemas y herramientas que te ayuden a prevenir.
No a sobrevivir.
A prevenir.
Porque salir de uno de estos burnouts ya es difícil.
Pero salir de los tres juntos... es como escalar con una pierna rota, los ojos vendados y sin saber a dónde vas.
Si crees que estás en uno de estos procesos -o acercándote peligrosamente-, escríbeme.
Estoy armando recursos, talleres y espacios para hablar de esto más a fondo.
Y si necesitas que te acompañe, no dudes en escribirme.
Contesto por todos lados.
—Lecu
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