La culpa de no hacer más (aunque hiciste muchísimo)
- Dédalo Redacción
- 15 abr
- 2 Min. de lectura
Llevo rato trabajando en temas de productividad y alto rendimiento.
Y si te soy honesto, la parte más difícil para mí no es la planeación, ni la ejecución, ni siquiera la disciplina.
La parte que más me cuesta —y con la que más trabajo sigo haciendo— es la culpa.
Esa culpa rara.
Silenciosa.
La que llega cuando el día fue súper productivo… pero aún así no se siente suficiente.
La que aparece incluso cuando lo diste todo.
La que te susurra:
“Pudiste haber hecho más.”
¿De dónde viene esa voz?
Vivimos en un mundo donde la productividad se convirtió en religión.
Donde el descanso es pecado.
Y donde la regla no escrita parece ser: si no estás agotado, no estás avanzando.
¿Te suena?
Estamos hiperconectados. Comparándonos constantemente.
Consumimos contenido de gente que trabaja 18 horas, corre maratones, hace journaling,
medita, cena con su familia, hace meal prep y aún tiene tiempo de emprender.
Y tú, que cerraste 3 pendientes importantes, avanzaste un proyecto clave y tuviste una buena reunión, sientes que te quedaste corto.
Pero no lo estás.
La GRAN trampa: La culpa en la era del alto rendimiento
La psicología lo explica con claridad:
La culpa aparece cuando sentimos que estamos fallando ante una expectativa.
Y en el mundo hiperproductivo actual, las expectativas ya no son humanas.
Nos enseñaron a medir el valor personal con base en logros.
Nos enseñaron que ser valioso es ser útil.
Y que ser útil es estar ocupado.
¿El resultado?
Incluso nuestros mejores días vienen cargados de autoexigencia, de frases como:
“Sí hice mucho, pero no avancé lo de la otra lista.”
“No fue tan difícil, entonces no cuenta.”
“Pude haber hecho más, debí haber hecho más.”
¿Cómo romper este ciclo?
No hay fórmula mágica. Pero sí hay conciencia.
Y eso ya es un buen principio.
Te comparto algunas ideas que he ido integrando (y no, no siempre me salen bien):
Cambia el “¿Qué hice hoy?” por “¿Qué valió la pena de lo que hice hoy?” No todo suma igual. No todo pesa igual. No todo importa igual
Celebra sin justificar. No necesitas que el día haya sido perfecto para reconocer un logro.
Acepta que menos pero bien hecho es más valioso que mucho pero desbordado.
Recuerda que no eres una máquina. Y aunque lo fueras, las máquinas también necesitan mantenimiento.
Yo sé que muchas personas de esta comunidad son como yo.
Exigentes. Brillantes. Con alto Compromiso.
Pero también duros consigo mismos.
Por eso quise escribir esto.
Para recordarte (y recordarme) que la productividad sin paz interna no sirve de nada.
Que el verdadero alto rendimiento incluye bienestar.
Y que la culpa no es señal de que hiciste poco.
Es señal de que aún estás aprendiendo a reconocerte sin condiciones.
Gracias por leer hasta acá.
Y si hoy hiciste algo importante, algo pequeño, algo valiente…
felicítate.
No con culpa.
Con conciencia.
Nos vemos pronto,
Lecu
Comentários