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Cómo vencer el síndrome del impostor

Esta frase me lleva días rondando la cabeza:


“Lo que te dices bajito también construye tu realidad.”


No lo que gritas.


No lo que posteas.


Lo que te susurras cuando apagas la luz.


Lo que piensas cuando fallas.


Lo que no dices, pero te repites en silencio.


Y ese murmullo interno… cambia todo.


Porque muchas veces, los pensamientos pequeños crean decisiones grandes.


Ese “no soy tan bueno en esto” puede ser la raíz de no aplicar, no hablar, no avanzar.


Y aunque tengas claridad en lo que quieres lograr, aunque tengas metas enormes y estructuras claras, no basta con tener metas claras si tienes una voz nublada.


Puedes saber a dónde vas, pero si tu voz interna te repite que no vas a llegar, acabas actuando como si fuera verdad.


Te saboteas.


Postergas.


Te quedas donde estás.


Y lo más peligroso: ni siquiera suena como un “no puedo”.


A veces el autosabotaje no suena como "no puedo", sino como "mejor después".


El lenguaje del miedo es sofisticado.


Y casi nunca se presenta como miedo.


Para muchas personas talentosas, soñadoras, ambiciosas… ese es el pan de cada día.


Porque cuando sueñas en grande, inevitablemente te comparas con ese futuro tú que aún no eres.


Y ahí entra el síndrome del impostor.


No es que no tengas talento.


Es que eres demasiado consciente de que aún no estás a la altura de lo que sueñas.


Y duele.


Ese es el problema con tener visión: ves demasiado claro lo que podrías ser.


Y a veces eso, en lugar de impulsarte, te hunde.


Porque sientes que tu sueño es más grande que tu capacidad.


Y eso te frena.


Te hace dudar.


Te desmotiva.


Y como te desmotiva, haces menos.


Y como haces menos, te das la razón.


Y entras en una espiral perfecta entre síndrome del impostor y profecía autocumplida.


Pero hay algo que he comprobado: No se trata solo de saber lo que quieres. Se trata de cultivar la convicción interna de que puedes lograrlo. De que lo estás intentando. Y de que, aunque a veces duela, vas en camino.


Y sí, lo que te dices bajito también cuenta.


Así que cuida esa voz.


Porque también está construyendo tu historia.


Cuida mucho lo que te dices… o te dicen en murmullo No siempre es de los que me gustan.


Lecu

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